Quería tener esa cita con Matt pero cada
vez que pensaba en ir a cenar solos me daba tanta vergüenza que terminaba
pensando que ojala nunca coincidiesen nuestros días libres, pero como todo en
esta vida llega, no me quedo otro remedio que quedar con él para cenar el lunes
que ambos teníamos libre. A pesar de estar en navidad ninguno de los dos
teníamos planes familiares así que termine quedando con él, aunque yo quería
pero no sabía porque me daba vergüenza.
Ya había llegado el día y mi cama se
encontraba sepultada por toda la ropa de mi armario. No sabía que ponerme,
había pensado en ponerme algo con lo que fuese cómoda pero ir a una cita en
tejanos y zapatillas estaba descartado completamente. Así que me podía poner
algún pantalón de vestir, pero esta era una de las pocas veces que salía de
casa así que podía ponerme esos vestidos que se encontraban al fondo del
armario y que apenas me los había puesto. Después de dar más vueltas que un
hámster en su rueda, con dos vestido en la mano me decante por uno azul de
encaje que todavía no había estrenado, me lo había comprado por un impulso y no
había tenido ocasión de ponérmelo. Lo conjunte con un abrigo y bolso negro; y
con unos zapatos de salón del mismo color. Me deje el pelo suelto y me maquille
poco. Estaba tan nerviosa que termine de arreglarme media hora antes, así que
me senté en el sofá y me aguante las ganas de mirarme al espejo que tenia de
cuerpo entero si lo hacía seguro que terminaba cambiando de ropa y no tenía
ganas de hacerle esperar. Poor suerte Matt llego diez minutos antes, a las ocho
y veinte ya estaba abajando las escaleras de mi casa y saliendo del portal para
encontrarme a un Matt apoyado en su coche esperándome. Estaba espectacular
parecía el típico chico de película, ese el cual todas sabemos que no existe.
-Hola-no puede mirarle a la cara porque
note que me había puesto roja
-Hola-se levantó del coche y me abrió la
puerta-estas muy guapa, el vestido te queda genial
-tú también estas muy guapo-rece para que
no hubiese visto lo roja que me había puesto y entre en el coche intentando
esconder la cara
Dio la vuelta por delante del coche y se
montó en él. Tardamos veinte minutos en llegar al restaurante, que estaba en la
zona centro, y le di gracias a Dios que me hubiese dado ese tiempo para poder
calmarme. El lugar estaba lleno de gente y era normal mirases donde mirases no
había nada más que restaurantes. Ambos entramos en un restaurante Italiano que
tenía una fachada y un interior muy lujosos. Nos pusieron en una mesa para dos
que tenía un ambiente bastante íntimo y cuando ya estuvimos sentados Matt pidió
vino y el camarero nos dejó solos.
-vale que soy feo, pero no creo que sea
tanto como para que no seas capaz de mirarme a los ojos-volvía a ponerme roja
con lo que me había costado controlarme
-lo siento, pero no soy capaz de mirarte
-si es porque te sonrojas, no hace falta
que te escondas también te sonrojas cuando te hablo en el bar-me puse más
roja-además es una cosa que me parece muy dulce
-de dulce poco, soy como un semáforo que
se enciende y se apaga-pude ver de reojo como sonreía
El camarero llego con el vino y nos tomó
nota de la cena. Según fueron pasando los minutos cada vez me sentía más a
gusto en la situación y empecé a levantar más la vista del plato y a mirarle
cuando hablábamos, aunque seguía poniéndome roja. Después de una deliciosa y
estupenda cena que fue mejor de lo que había supuesto en un principio, salimos
del restaurante y nos paramos a unos pasos de el.
-cerca de aquí hay un mercadillo de
navidad que esta toda la noche ¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta y lo vemos?
-estaría bien aunque no vamos demasiado
elegantes como para ir a un mercadillo
-puede pero no creo que nos encontremos a
alguien que nos conozca
-vamos, pero si nos miran mucho nos vamos
-vale-cogió y mano y nos pusimos de camino
al mercadillo
Por qué me tenía que cogerme de la mano,
solo estaba consiguiendo que me pusiese más nerviosa y aunque no me podía ver sabía
que estaba poniéndome roja.
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